sábado, 16 de enero de 2016
“Lograron persuadirme de que, en la mejor de
sus formas, la relación maestro-alumno es una alegoría del amor desinteresado”[1]. Todo
cambia cuando se mira al otro desde el amor. Cuán fundamental es trabajar la
mirada, las formas de presentarse frente al otro, de dirigirse a él, trabajar
la apertura de la razón y el corazón a la aceptación y acogida de cada persona
tal y como es: única, rica en y embellecida por dones diversos y diferentes,
que enriquecen y dan “color” a un aula, a una familia, a una comunidad, a una
sociedad.
Piensa que “la sensación que tienen los
alumnos sobre lo que valen o sobre lo que son capaces de hacer, […], es una de
las dimensiones psicológicas que tienen una mayor relación con las dificultades
del aprendizaje”[2].
Es sorprendente constatar cómo se transforman y responden los alumnos cuando se
sienten queridos, aceptados, acogidos, respetados, acompañados y llamados a
responder en esa medida por la fe y la confianza que ponen en ellos los demás.
Tendrás alumnos
cuyo comportamiento no siempre es adecuado, cuyos intereses son bajos y su
motivación por el estudio nula, pero recuerda que poca gente puede ser
considerada como un caso imposible. Todos o casi todos hemos necesitado en
algún momento, en mayor o menor medida, que alguien nos devolviese la dignidad
y nos situase en la verdad de lo que somos y lo que potencialmente podemos
llegar a ser.
Cuán
imprescindible es evitar los prejuicios y creer en la persona y en sus
capacidades aunque a veces estén ocultas. Qué hermoso es ser capaz de “bajar al
pozo ajeno” y, mediante la relación de ayuda, la empatía, la motivación, el
acompañamiento, ayudar a descubrir los recursos con los que cuenta el alumno
para afrontar sus dificultades[3] y
superarse.
¿Qué valores
rigen tu práctica profesional? Revísalos. Sopesa y haz balance de tu estado
vocacional y cómo este influye en general en tu práctica profesional y más
concretamente en la vida y en lo que en un futuro pueden o no llegar a ser y
alcanzar tus alumnos.
¿Buscas impulsar
y elevar a las alturas a los alumnos o te has rendido? ¿Te dejas llevar por la
corriente y sólo realizas lo justo y necesario para cubrir el expediente y acallar
a tu conciencia? ¿Eres consciente de la nobleza de tu vocación? ¿Vives la
alegría de saber cuánto puedes ayudar a transformar a tus alumnos y a la
sociedad?
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